viernes, 22 de julio de 2011

LA VERDAD COMO METÁFORA EN RICOEUR EN SU OBRA “LA METÁFORA VIVA” .

La verdad como Metáfora en Ricoeur en su obra “La Metáfora Viva”[1].



En su obra “La metáfora vivaRicoeur concibe una verdad metafórica, en la que el sentido metafórico resulta de una emergencia de una nueva pertinencia semántica de las ruinas de la pertinencia semántica literal, la referencia metafórica procedería oblicuamente, y en vez de una correspondencia absoluta entre lo expresado y lo referido, se da una analogía o una correspondencia del “ser como” de un orden extralingüístico revelado por el lenguaje poético; en este sentido el lenguaje poético revela valores de realidad inaccesibles al lenguaje ordinario, y por esta razón la analogía no es sólo un rasgo del lenguaje, sino un rasgo de la relación del lenguaje con el mundo; el mundo no se manifiesta como un conjunto de objetos manipulables, sino como el horizonte de nuestra vida y de nuestra cura, en otras palabras, como “ser en el mundo”.[1] La verdad metafórica conlleva una impertinencia semántica cuyo objetivo es la configuración de un mundo.[2]
El enunciado metafórico lleva dentro de sí una tensión frente a la realidad, en tanto que ésta “no es” lo que dice el enunciado metafórico, sino “es como” dice el enunciado metafórico; en parte la verdad metafórica conlleva una instauración de un sentido, y es por ello que podemos conceptuarla como verdad ontológica, sin embargo no es reductible a ésta en tanto que la verdad metafórica también lleva una forma de correspondencia parcial con la realidad, como algo independiente de ella.
La metáfora es una palabra viva que el uso aún no ha vuelto común, y en este sentido la metáfora irrumpe en el discurso.
La metáfora mostraba para Paúl Ricoeur tres niveles de tensión; primeramente la tensión del enunciado, entre el dato y el vehículo, entre el foco y el marco, entre el sujeto y lo secundario; por otro lado, la tensión entre dos interpretaciones: la literal que la impertinencia semántica deshace y la metafórica que crea el sentido con el no sentido; en tercer y último lugar, la tensión en la función relacional de la cópula: entre la identidad y la diferencia en el juego de la semejanza; lo que entra en tensión finalmente es el verbo “ser”; en donde la metáfora muestra un “ser- como”, en donde la función relacional afecta también a la función existencial de la metáfora; aquí Ricoeur, rescatando a Bergson y a Berggren, va a mostrar que el lenguaje permea todos los conflictos, y recoge la tensión, entre perspectiva y apertura, designación y sugerencia, imaginario y relevancia, concreción y plurisignificación, precisión y resonancia afectiva....etc. En donde cada término de la oposición participa del otro; las tensiones afectan no sólo al sentido sino también al valor de la verdad de las aserciones poéticas, en donde la posibilidad de la realidad textual es correlativa a la posibilidad de la verdad metafórica de los esquemas poéticos, y la posibilidad de una se establece al mismo tiempo que la otra. La verdad metafórica se muestra en una paradoja entre el aspecto del “no es” literal y crítico que, en la interpretación, cede resistiendo, para mostrar aquello a lo cual se refiere en el fondo la verdad metafórica.[3]
A partir de su experiencia con el símbolo, la metáfora y el texto, nuestro autor se da cuenta que al contrario del estructuralismo ontológico inmanentista, que considera al lenguaje como un sistema holístico (de signos u oraciones) cerrado en sí mismo, el lenguaje si tiene “afuera”, y por lo mismo, el lenguaje más liberado del depurismo univosista, y de la linealidad de la prosa, poseía más capacidad para develar el secreto de las cosas; en este sentido el lenguaje poético, contribuía a una redescripción de lo real. Posteriormente Paúl Ricoeur va a hablar de refiguración en el acto de lectura, como un eslabón intermedio entre la referencia y el “ser como”. El lector es el que ofrece el sitio ontológico de las operaciones de sentido y referencia.[4]


[1] Cfr. Paúl Ricoeur. “Autobiografía intelectual”. Autobiografía intelectual. Buenos Aires: Nueva visión, 1997. pp. 48 – 49, 59.
[2] Vid. José María Rubio Ferres. Op. Cit. p. 220.
[3] Cfr. Paúl Ricoeur. La Metáfora Viva. Ediciones Cristiandad, 1980. 325 - 336.
[4] Cfr.Paúl Ricoeur. Autobiografía Intelectual. Nueva Visión, Buenos Aires, 1997. pp. 46 — 50.


[1] Cfr. Ricoeur. Historia y Verdad. Ed. Encuentro. Madrid. 1990. p. 147 – 158.

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